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 Una fábula romana contada por Plutarco
Dejando las montañas de la pirenaica Navarra y remontándonos en los siglos, vamos a estudiar ahora un rito y un mito que han dado mucho que hacer a los investigadores de la antigüedad romana.

En la época del rey Numa, un primero de marzo, fecha de las «Matronalia», se creía que había caído del cielo el sagrado escudo de Marte, que remedió los males por los que pasaba la ciudad. Plutarco cuenta así la leyenda: «En el año octavo del reinado de Numa, una enfermedad pestilente que corrió la Italia afligió también a Roma. Estando ya todos desalentados, cuéntase que una rodela de bronce, arrojada del cielo, vino a caer en las manos de Numa, acerca de la cual refirió éste una maravillosa declaración que había recibido de Egeria y de las musas: que aquella arma venía en salvación de la ciudad y debía de tenerse en gran custodia, haciéndose otras once en la figura, en la magnitud y en forma del todo parecidas a ella , de manera que un ladrón no tuviera medio, a causa de la semejanza, de acertar con la venida del cielo; y que además aquel terreno debía consagrarse a las musas con los prados inmediatos, a donde, por lo común, concurrían a conferenciar con él; y la fuente que regaba el mismo terreno había de designarse como agua sagrada para las vírgenes vestales, a fin de que yendo a tomarla todos los días, con ella lavaran y asearan el templo, de todo lo que. dicen da testimonio el haber cesado al punto la peste. Presentó, pues, la rodela, y dando orden de que trabajaran los artistas en las que habían de hacerse semejantes, todos los demás desistieron; sólo Veturio Mamurio, que era operario sobresaliente, se acercó tanto a la semejanza y las sacó tan parecidas que ni el mismo Numa sabía distinguirlas. Después para su custodia y cuidado creó a los sacerdotes salios. Tomaron este nombre de salios no como han inventado algunos, de un hombre de Samotracia o Mantinea llamado Salio, que enseñó la danza armada, sino más bien de esta danza, que es saltante y la ejecutan corriendo la ciudad cuando, en el mes de marzo, toman las rodelas sagradas, vestidos con túnicas de púrpura, ceñidos con tahalís bronceados, llevando morriones también de bronce y golpeando las armas con dagas cortas. Lo demás de esta danza ya es obra de los pies, porque se mueven graciosamente, haciendo giros y mudanzas con un compás vivo y frecuente, que hace muestren vigor y ligereza... Mamurio dicen que fue premiado de su habilidad con la memoria que los salios hacían de él en una oda que cantaban durante aquella su danza pírrica; otros dicen que era a Mamurio Veturio a quien se celebraba, y otros que a la tradición antigua: veterem memoriam»(1
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1 Plutarco, «Numa», 13, 1-5 y 7; tomo la traducción de Las vidas paralelas de Plutarco, traducidas de su original griego en lengua castellana por el consejero de Estado don Antonio Ranz Romanillos... Tomo I (Madrid, 1821), págs. 140-142.

 

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