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MAS SOBRE IZTUETA
 
Mas sobre Iztueta. La Voz de España 13-XII-1967


El Diario Vasco, San Sebastian  4 de enero de 1968

Por José Garmendia

Aún no se han apagado los ecos del homenaje a Iztueta. Al contrario, la discutida escultura del artista Néstor Basterrechea, parece prolongarlos y apasionar a muchos. Queda dicho con ello que Iztueta sigue todavía en la actualidad de estos días. No  quedaríamos satisfechos en el intento que hemos querido llevar a cabo de esclarecer su vida, si no añadiéramos estas últimas notas del artículo más documentado, que más trabajo nos costó y que al azar ha quedado traspapelado.

Razones

Es extraño que en un semanario en vascuence con fecha del 26 de noviembre —en los mismos días del homenaje y después de muchos artículos— se haya llegado a afirmar que tenemos pocas noticias de Iztueta y que su tercera mujer fue Concepción Bengoechea, sin hacer alusión a otros disparates de gente indocumentada. Todavía, después de la investigación llevada a cabo, se persiste en acudir a libros plagados de errores biográficos. Cosa parecida sucedió al brillante y gran escritor José María Donosty, a quien ya en 1945 cupo el honor de dilucidar cuántas y quiénes fueron las mujeres de Iztueta.

Aclaraciones

En cuanto a la casa baste decir que fue construida por sus padres —por las mandas pías, muy cristianos y gente de iglesia— el año 1766, un año antes de nacer nuestro dantzari. El 2 de Marzo de 1803 se evaluó en 12.999 reales. Para la fecha del 14 de  marzo de 1808 en que murió la madre, de los diez hijos habidos, sólo quedaban tres: Juan Ignacio  casado en segundas nupcias con Maria  Concepción Bengoechea, residente en la villa de Azpeitia; Francisco Ignacio, con paradero desconocido, y María Ana, casada con José A. Mancisidor. Los Iztueta aparecen emparentados con familias de Azpeitia. Allí estaba casada Ana Francisca y estuvo estudiando José María. Nada extraño pues, que Juan Ignacio  conociera  allí, aunque natural de San Sebastián,  a la que iba a ser su segunda mujer.

Dejemos aclarada para siempre que tres veces estuvo casado Iztueta. Nada mejor para ello que la copia de los certificados. La primera vez, a la edad de 23 años: "En la villa de Zaldivia, a 11 de enero de 1790, en presencia con asistencia de mi el infrascrito vicario  contrajeron verdadero y legitimo matrimonio Juan Ignacio de Iztueta, natural de esta villa y María Joaquina de Linzuain, natural de Urnieta, sin que haya impedimento. Al cual se hallaron presentes por testigos Juan Bautista de Irastorza, José Antonio de Mancisidor y Juan Francisco de Jáuregui. Firma José Ignacio de Echave. Los tres  testigos eran de familias bien conocidas y destacadas en aquel tiempo.

También en el libro de velaciones se nos dice que el 11 de enero (lunes) de 1790, Juan Ignacio y María Joaquina oyeron misa de velaciones.

Doce años duró este matrimonio, muriendo María Joaquina en 1802, de edad de 33 años, habiendo recibido los santos sacramentos el día 26 de marzo y su cadáver fue sepultado en la parroquial de Zaldivia.

Ya sabemos por el testamento de su madre (14 de Marzo 1808) que estaba casado en segundas nupcias con Concepción Bengoechea, y residente en la villa de Azpeitia. A la gentileza de don Lorenzo Zubeldia debo el conocimiento exacto de esta boda celebrada el 9 de febrero de 1808 en aquella villa. Únicamente extraña que se haga escribir Iztueta como consta en la partida del 1. 8, folio 46.

Su tercera mujer fue doña María Asunción de Urrozola. En el libro de finados del archivo parroquial de Zaldivia y bajo el número 12, aparece el acta de defunción de Iztueta. "marido de doña María Asunción de Urrózola, natural de Cizúrquil y residente en esta villa". Esta suscribía en septiembre del año 1845 un documento en el que  declaraba haber recibido cierta cantidad tía la Diputación Foral.

Conviene que sigamos a Iztueta, porque su trayectoria existencial, desconocida en datos, ha creado mucha confusión. Sabemos que Iztueta vivió en Zaldivia, por lo menos, hasta la muerte de su primera mujer, el 16 de marzo de 1802. Aparece el 2 de abril de 1798 como testigo en la boda de su hermana con Pedro Francisco de Armendáriz. Tres años más tarde, designado como juez para el concurso de bersolaris en Villabona. No así en la boda de su hermano José María con Javiera de Vicuña, el 29 de agosto de 1803.

En documentos de Zaldivia no aparece hasta el 13 de octubre de 1820 (fecha de las fiestas patronales)  vecino de San Sebastian, en que ante el escribano y testigos hace renuncia, gracia y donación de todo cuanto le podía tocar, en favor de José A. Mancisidor, cuñado, y su hermana Marta Ana. A su avanzada edad de loa 75 años, esto es, en 1842, aparece retirado en Zaldivia con su tercera y última mujer. Dato éste muy interesante. Se comprende más fácilmente que, siendo viudo, hubiera venido a pasar sus últimos años en  su "txoko" natal. Pero, ¿qué desacuerdo entre hijos, o qué irresistible nostalgia le atrajo, cuando había poseído dos casas en San Sebastián, y al menos estaba casada y residente allá su segunda hija María Ignacia y una poseía en Zaldivia. al haber hecho donación de lo que le pertenecía a nombre de su hermana Ana María, ya muerta?

En los documentos de familia aparece su predilección singular por su hermana y cuñado José A. Mancisidor. El hijo de éstos, que habitaba en Iztueta-enea, estaba apadrinado por él, llamándose con su mismo nombre, Juan Ignacio, que debió ser muy amante de su tío. Esto explica el que en su compañía viviera Iztueta sus últimos años y que a esta familia hayan venido a parar muchos recuerdos, algunos ya perdidos.

Muerto

El mismo día de su muerte (18 de agosto de 1845), testó sin mandas pías ante don Sebastián de Muguerza, escribano de Zaldivia, nombrando por herederos a sus tres hijos Francisco, Ignacio y Antonia y por albacea a don Francisco Ignacio de Lardizábal, presbítero beneficiado de la parroquia, y Juan Ignacio Mancisidor, y al día siguiente después de los funerales de costumbre, fue conducido su cadáver al camposanto y firmó Francisco Ignacio de Urretavizcaya, vicario.

Los padres, hermanos y cuñadas de Iztueta, fueron sepultados en la iglesia parroquial. Al edificarse el actual templo, que date de 1799, se debió pensar en un cementerio, fuera de la iglesia. Su madre debió ser una de las últimas enterradas dentro de la parroquia el 18 de marzo de 1808, ya que el 2 de abril de 1809 se decreta que se haga el cementerio en Berdillari. Allí están confundidas las cenizas de Iztueta, junto con otros hijos ilustres de la villa. Con todo, pervive su memoria.

Actualidad

Iztueta ha vuelto a la actualidad, mas estudiado y más presente, pese a algunos malintencionados. Y con ello se han alegrado la provincia entera y su pueblo natal. Al festejar esta conmemoración de los 200 años del nacimiento , ha vuelto Guipúzcoa a recordar uno de los momentos más bellos de su historia, cruzada entonces por ráfagas de vida moderna y progresista junto a la pugna por el mantenimiento de sus tradiciones ancestrales. Iztueta humilde de cuna, de escasa cultura, pero traduciendo a Gaspar de  Jovellanos, en mano la suma del bachiller Zaldivia, es símbolo de todo ello.

Es uno de sus reportajes escribe V. Talón: "En estos días, como Iztueta se ha puesto de moda entre los amantes de las cosas vascas, todo el mundo lo da como una "gloria" acreditada de la que siempre se han honrado. La verdad es que de no ser por la oportunidad del bicentenario y por el fuego graneado de la prensa, Iztueta seguiría siendo el gran ignorado de las letras vascas. Buena prueba de ello es que en la zona en la que vino al mundo el autor de "Guipuzcoaco dantzac" se suele glosar, a cada dos por tres, a sus ínclitos hijoa. Zumalacárregui, Legazpia, Urdaneta e Iparraguirre, pero siempre se deja en el tintero el nombre de Iztueta. Y mucho nos tememos que cuando las fiestas del aniversario queden atrás, vuelva el gran zaldivitarra a perderse en las brumas del olvido de las que esporádicamente, y a contrapelo, se le ha liberado ahora. Y sigue: "Una figura que no puede quedar reducida a una consideración meramente regional, ya que por su labor, merece figurar en las escalas de valoración nacional. Esperamos que este bicentenario le haya colocado sobre tales vías."

Esperemos nosotros también que las noticias de reedición de "Guipuzcoaco dantzac", la biografía y ese congreso folklórico con sede en San Sebastián el año 68, se lleven adelante.

Y ya tenemos un monumento que nos recuerde de algún modo a Iztueta.

Sevilla, diciembre de 1967