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PRECISIONES EN TORNO AL PRENDIMIENTO  DE MARAGATO POR FRAY 
PEDRO DE ZALDIBIA
Iztueta en su Guipuzcoaco Condaira y hablando de los hijos ilustres de sus villas, en lo concerniente a Zaldibia escribe, no sin cierta exageración, que el valor y la audacia sin iguales demostrados por fray Pedro de Argaya en el prendimiento de Maragato serían recordados mundua mundu dan arte, esto es, siempre. Añade que hazaña tan memorable tuvo el honor de ser publicada en Madrid por escrito y en grabados.
 
Sabemos que Goya, que pasó alguna temporada en Arenas de San Pedro y en cuyas cercanías tuvo lugar el hecho, lo inmortalizó en seis cuadros que actualmente se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Chicago y que conocemos en reproducción.
 
Como indica Iztueta, también por escrito. Sin duda alguna deben existir esas narraciones, bien en la Biblioteca Nacional o en hemerotecas. Nosotros con verdadera sorpresa y junto a obras de Iztueta y de otros vascos, hemos dado con una relación en la Biblioteca Universitaria de Sevilla. Como el relato no es muy largo, y por otra parte, raro, mejor es que lo traslademos íntegro, dejando para el final el comentario y precisiones. Digamos ahora únicamente que es un folleto de 16 páginas, reimpreso en Málaga y donativo a la mencionada biblioteca del historiador sevillano Alejandro Guichot y Sierra. Reza así el título: « “NOTICIA EXACTA de todo lo executado por Pedro Piñero, alias el Maragato, desde que se escapó de presidio, hasta que fue y herido por el Padre Fray Pedro de Zaldivia, Religioso lego de la Orden de S. Pedro de Alcántara” ». El texto, el siguiente: «El día 26 de abril de este año de 1.806 estando en los Arsenales de Cartagena, a donde sin embargo de sus grandes delitos fue sentenciado» usando de conmiseración, el referido Maragato, con deseos de escaparse del presidio, halló la ocasión, y se tiró por la muralla a veinte y dos varas de altura, de cuyo golpe se relaxó, sin que pudiese andar en tres días más que dos leguas, y esto medio arrastrando, y pedeciendo muchos trabajos hasta que llegó a los espésales de Pusa, en donde majada en majada, y de quadrilla en quadrilla de segadores estuvo manteniéndose de limosna algunos días.
 
Habiéndole conocido uno de aquella tierra, lo llegó a saber el Maragato, por lo qual se creyó perdido, y tomó el partido de huir de allí inmediatamente, como lo executó, yendo a refugiarse a su antigua madriguera en los montes de Velad, baxando a los de Robledo, en donde el día del Corpus, y en el sitio llamado el Jesón, entró a la casa del guarda, y hallando a la madre de éste con un chico, vio una escopeta colgada en la chimenea y se la llevó, como asimismo unos panes y algunas libras de tocino que tenía: salió de allí, dirigiéndose a San Benito, donde robó un caballo sin domar que tenía un pastor: almorzó después, y pasando luego al Venturro bebió vino delante de varios (apuntándoles con la escopeta), al salir el sol del día de su tragedia: luego se echó de golpe sobre unos de Palazuelos que venían de Truillo, les quitó un trabuco y cien reales que les habían quedado; y viniéndose a la casa del Berdugal con ánimo de quitar el caballo al sobreguarda, que sabía era bueno, y dexar el que llevaba, porque se asustó de un tiro, se halló a la derecha de la vereda por donde iba, y. en la dehesa, con tres Cameranos que habían parado debaxo de un fresno a almorzar, y echándose de repente también sobre ellos, les quitó otra escopeta, y ochenta reales que los mismos manifestaron tenían; por lo que viéndose con tres armas de fuego, se dirigió a la casa, donde se le gogió, y cuyo suceso pasó del modo siguiente:
 
El día 6 de junio, siendo como las diez de la mañana, se presentó el Maragato en la dicha casa del Berdugal con una escopeta sobre el brazo, y puesta en el disparador, dexando las otras dos colgadas del arzón del caballo que había robado antes, y sorprehendiendo a los que se hallaban en dicha casa, a saber: el guarda, su mujer y tres hijos de corta edad, el sobre-guarda y un pastor, a todos los hizo entrar dentro de un quarto, aterrándolos con blasfemias y juramentos; y haciéndose dueño de dos escopetas que allí había las desfogonó, y encerró a todos en el referido quarto. Viendo una liebre que tenían allí guisada, se puso a comerla con el pan que también había, muy despacio y con mucha frescura y serenidad de ánimo. Como a quince pasos de dicha casa había otra choza en que estaba un guarda con su muger y un niño, a los que tenía acobardados con amenazas, y no se atrevían a salir. Después que acabó de comer la liebre se levantó, hizo salir al guarda de donde le tenía con los demás encerrado, y le mandó le aparejase el caballo del sobre-guarda, que era el que iva buscando; y executado, colgó del arzón de aquel caballo las dos escopetas que tenía en el otro, y sin dexar la que siempre llevaba consigo conduxo al guarda a encerrarle con los demás. A este tiempo llegó a pie el Padre Fray Pedro de Zaldivia, que iba a pedir la limosna para su convento por aquellos alrededores; al sentir pasos el Maragato, salió, se echó a la cara la escopeta, y dirigiendo su puntería hacia el Padre le dixo: ¿quién viene en V.md. Padre? Este le respondió: nadie, solo vengo: pues entre V.md. en esta casa y siguiéndole la puntería por quantos pasos daba el Padre, le conduxo a la misma estancia y le encerró con los demás. De allí a poco rato acordándose el Maragato que tenía malos zapatos, y que había visto que los del sobre-guarda eran buenos, abrió con bastante precaución la puerta, y mandó al guarda que quitase los zapatos al sobre-guarda, y se los diese: mas el religioso, precaviendo que al darle los zapatos tal vez podría sorprenderle y quitarle la escopeta, confiando en Dios y su madre Santísima, e invocándolos en su interior, y a San Pedro de Alcántara, le dixo: hermano yo tengo aquí unos que creo le han de venir muy bien; y en ademán de ir sacándolos de unas alforjas que llevaba al hombro, se fue saliendo del quarto donde estaba encerrado; lo cual visto por el Maragato, apuntó con la escopeta hacia el hombro derecho del Padre para no dexarle arrimar, y estando en esta posutra le alargó Fray Pedro los zapatos con su mano izquierda por debaxo de la escopeta, y el incauto Maragato alargó también la mano izquierda para recibirlos: viendo el Padre su ocasión, con espíritu y valor agarró con su derecha el cañón de la escopeta, baxando su dirección hacia el suelo por si salía el tiro, y con la izquierda la cogió hacia el fogón, diciendo a los encerrados: venid, éste ya está seguro: pero los demás que estaban en la casa, aunque vieron esta acción, no tuvieron ánimo para salir a socorrerle, y se estuvieron quietos mientras el Maragato repetía enfurecido palabras torpes. Este siguió forcejeando bastante rato con el Padre para quitarle la escopeta, amenazándole con que le había de quitar la vida; mas viendo que Fray Pedro tenía más fuerza le soltó, diciendo: todavía tengo otras dos, y y dexando la escopeta, dio un brinco hacia el caballo, de cuvo arzón colgaban las otras. Entonces el valeroso Padre Zaldivia dio la vuelta a la escopeta para dirigir la puntería hacia el malhechor, y al darla pegó con reflexiónun golpe en la cabeza del caballo, que se espantó y huvó precipitado; y viéndose el Maragato sin auxilio ninguno, echó a correr: temió el Padre que se le escapase, y estando desviado el maragato como unos diez y ocho pasos, dispsró la escopeta, apuntando a las corbas para no matarle: tenía una bala, dos postas y un puñado de perdigones con que estaba cargada en donde había robado el tocino. Todo esto le entró por el muslo derecho, y no pudiéndose sostener, cayó redondo en el suelo. El Padre Fray Pedro corrió a él, y con una cuerda, que allí dispuso la Providencia hubiese, le ató los brazos atrás; visto lo cual por los otros salieron con palos, queriendo darle con ellos; mas el Padre los detuvo, y puso al herido a la sombra del mejor modo que pudo: pero viendo echaba mucha sangre por la herida, le dio compasión al Padre y de desató los brazos. El maragato pidió agua, diciendo que tenía mucha sed, y le socorrió con ella el Religioso ocho o nueve veces que la pidió y bebió: a esta sazón miró el Maragato al padre y le dixo: todavía no ha salido V,md. del bosque: dándole a entender que tenía compañeros que le quitarían la vida; y pasado un rato le volvió a decir: ¡a Padre! ¿quién diría quando yo le amenacé con la escopeta para que entrase en la casa, vmd. entró con la cabeza y los ojos baxos, que me había de jugar esta traición? El Padre le respondió ¡ay amigo! aunque en lo exterior mostraba humildad, en lo interior tenía toda la ira de Dios: entonces dixo el Maragato: Padre, acábeme vmd. de matar, y no me dexe en esta afrenta; pues me corro de que habiéndome temido tantas gentes, patrullas y tropas a quienes he burlado, vmd. sólo me haya cogido; y así remáteme vmd. y acábeme de matar: a que respondió el religioso, eso no; Dios le quitará la vida, quando fuese su voluntad.
 
En todas estas cosas ya eran las cuatro de la tarde, y no habiendo comido nadie, se sentaron todos a comer, sin perderle vista al Maragato; y acabada que fue la comida, pidió el Religioso que traxesen balas y pólvora, y cargó muy bien las tres escopetas que traía el Maragato, y las dos que tenían los guardas: es de advertir que las escopetas que traía colgadas del rzón no estaban cargadas: una de ellas que era un trabuco, sólo tenía pólvora. Como se extendió la noticia en aquellos contornos por el propio que envió el Padre a avisar a la Justicia de Oropesa para que acudiesen por él, fue juntándose bastante gente, entre la cual llegaron unos comerciantes: uno de ellos no sabía cómo dar gracias a Fray Pedro, diciéndole que no podía comprehender el bien que había hecho a la Humanidad, y que a él había robado en otra ocasión una gran cantidad de dinero, y que si pudiera no sería tan caritativo con un hombre tan malo, a quien le dirigió la palabra con expresiones llenas de sentimiento. Así se mantuvieron hasta las once de la noche, que sintiendo ruido de caballos, tomó el Padre la escopeta y salió de la casa con el guarda, que llevaba las demás que allí había, y se pusieron al esquinazo de dicha casa, temiendo si serían algunos compañeros del Maragato. En efecto, el Padre preguntó quando le pareció que estaban al tiro de bala, quien viene, o qué gente, y aunque respondieron gente de paz, no se aseguró todavía con esta respuesta, y preguntando segunda vez le contestaron lo mismo: volvió sin embargo a preguntar con más entereza la tercera vez, diciéndole que respondiesen quienes eran; y habiendo expresado ser la Justicia de oropesa, le dixo el Padre, que debían haberlo dicho desde luego, y no tenerles en duda de si era gente de sospecha. Toda aquella noche se pasó en declaraciones, y le conduxeron a la cárcel de aquella villa, donde ha permanecido, hasta que habiendo enviado justicia y tropa para su conducción, ha sido traído a la Real Cárcel de Corte de Madrid.
 
Enterado el Rey de esta noble acción, executada por el Padre Fr. Pedro Zaldivia, se ha servido comunicarle la Real orden, que se expresa a la letra.

Con esta fecha comunicó al Vicario General de la Orden de San Francisco la Real orden siguiente.

El servicio que acaba de hacer Fr. Pedro de Zaldivia, Religioso lego descalzo del convento de PP. Franciscanos de nuestra Señora del Rosario, extramuros de la villa de oropesa, por haber aprehendido al facineroso Pedro Pinero, alias el Maragato, ha sido tan señalado que ha merecido el que el Rey me mande se le den las gracias en su Real nombre, como lo executo con esta fecha; y al mismo tiempo que disponga V. R. sea tratado en la Religión con toda la distinción y consideración posible, a que se ha hecho acreedor. Lo que de orden de S. M. participo a V. R. para su inteligencia, y a fin de que disponga lo correspondiente al cumplimiento de esta soberana resolución =Y de igual real orden lo traslado a Vmd. para que le sirva de satisfacción, y en prueba de lo grato que ha sido a S. M. este servicio. Dios guarde a Vmd. muchos años. Aranjuez 19 de junio de 1806= Josef Caballero = Fr. Pedro Zaldivia.


CARTA DEL GENERAL a Fr. Pedro Zaldivia.
P. Fr. Pedro Zaldivia

El Espíritu Santo asista a V. R. a quien hago saber que acabo de recibir un oficio del Excelentísimo Señor D. Josef Caballero, fecha 19 de éste, en que de orden del rey me dice lo agradable que ha sido a S. M. el servicio que V.R. ha hecho prendiendo al facineroso Pedro Piñero, alias el Maragato, y me encarga disponga que V.R. sea atendido y tratado con la distinción posible a que se ha hecho acreedor = En cuya atención, y para cumplir la voluntad del Rey N. Sr. vea V.R. en que se le puede atender, y si quiere alguna cosa para concedérsela = Doy a V.R. la seráfica bendición, y le doy muchas gracias igualmente por este servicio que ha hecho al bien común, y le encargo me encomiende a Dios, que le guarde muchos años, Rioseco y junio 24 de 1806= De V.R. siervo en el Señor = Fr. Miguel de Acevedo, Vicario General».
 
Este es el texto íntegro del mencionado folleto, sin nombre de autor ni año de su reimpresión. Vengamos ahora a las precisiones y al comentario que nos sugiere su lectura. Sabemos, en primer lugar, que alias el Maragato, se llamaba Pedro Piñero. Ya con esta indicación cabe prestar mayor atención a su posible nombramiento en las historias del bandolerismo. Nada se dice de su vida anterior hasta su huida de los Arsenales de Cartagena, el 26 de abril. Al parecer era temible, y después de ser reconocido en los alrededores de río Pusa, afluente del Tajo, en su valle, cerca de Talavera de la Reina, y de la comarca de Jara entre la sierra de Gredos y los Montes de Toledo, en donde existen Santa Ana de Pusa y San Martín de Pusa, se nos dice que fue a refugiarse a su antigua madriguera en los montes de Velada, pasando el tajo hacia la sierra de Gredos, en la parte Este de Talavera de la Reina y cerca de Oropesa. También en este contorno se encuentra Robledijo de Trujillo y Palenzuelos (sobre unos de palenzuelos que venían de Truxillo).
 
La fecha que se nos da del 10 de junio coincide con la información de Iztueta. La acción del prendimiento no tuvo lugar en el lugar conocido «Puente del peñón del fraile de Maragato», cuyas cuevas visitamos un verano, lugar que se en- cuentra a 31 Kms. de Arenas de San Pedro, a 5 de la Venta del Obispo y a 47 Kms. de Avila en la derivación de Gredos. Otra cosa es que tuviera allí sus madrigueras, y fuera muy temido en la comunicación de la calzada Avila y Arenas de San Pedro o viceversa. Por otra parte, los cuadros de Goya desmienten tal lugar, ya que la acción lo desarrolla en una venta, como se nos describe en la relación que explica bien, aunque Iztueta lo apunta, la estratagema de que se valió fr. Pedro de Argaya así como su entrega a la Justicia de Oropesa, como también que fue ajusticiado en Madrid. Al decirse en el folleto que ha sido traído a la Real Cárcel de Corte de Madrid, sin que se hable de su ejecución, se nos da a entender que fue escrito por el mes de julio de 1806, ya que reproduce la Real Orden y la Carta del General, de 19 y 24 de junio respectivamente. Estos dos documentos nos eran desconocidos. En el folleto parece haber cierta contradicción en que se le llama Padre Fray y en la Real orden se dice Religioso lego descalzo del convento de PP. Franciscos de Ntra. Señora del Rosario, extramuros de la villa de Oropesa. Sin embrago, en la carta del General se coloca el P. y se habla de V.R.
 
No es momento de repetir la partida de bautismo y otros documentos publicados en dos trabajos nuestros. Nacido en el caserío Urtesabel (Zaldivia) el 16 de julio de 1777, ingresó en la orden franciscana de Arenas de San Pedro, en abril de 1.801. Tenía, por tanto, 29 años en el momento del prendimiento de magarato, y 5 años sólo de religión, falleció en Arenas de San Pedro en 1.835, a sus 58 años de edad, y no a los 61, como escribe Iztueta, quien data bien el año de su nacimiento, pero no el de su muerte que sitúa en 1838, por lo que le atribuye 61 años a la hora de su fallecimiento.
 
Después de nuestras investigaciones, el P. Manuel Revuelta, catedrático de Historia en la Complutense, que estuvo en Zaldivia, contemplando la iglesia, los cuadros del Ayuntamiento y el caserío Urtesabal, dio en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid con todo el proceso judicial de marágato, siendo hasta ahora el estudio más completo, verdadera joya literaria e histórica, y que publicó en “Archivo Iberoamericano”, año 1.977, n.° 146 con el título de “El fraile y el bandido:  trasfondo histórico de unos cuadros de Goya”.
 
La falta de espacio no permite hoy su reproducción con los seis cuadros, dejándolo para el año próximo y agradeciendo de todo corazón al gran historiador y prosista castellano su estudio, digno de ser conocido por los zaldibitarras.
José Garmendia Arruebarrena.

(Real Sociedad Bascongada de los Amigos del
Pais aldizkarian argitaratua, XXXV. urtean, 1 eta
2. kuadernoak, 288-294 orriak, Donostian, 1.979.
urtean).