ZUBERNOA,Ignacio "Danzas Guipuzcoanas"
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Danzas Guipuzcoanas
Gizon dantzan agintariak, Koldo Mitxelena Liburutegiko artxibo argazki batean |
Los niños, desde los diez años, sabían bailar diferentes “zortzikos” y era corriente que, después de la exhibición de los mayores en algún lugar publico, ellos se pusieran a imitarlos, siempre con acierto. Actualmente en la villa de Leiza, el “Ingurutxo” lo bailan, no sólo los solteros y los casados, sino también los niños en la víspera de la festividad de San Juan Bautista.
La “ Gizon-dantza” , equivalente a nuestro “aurresku” de hoy, se bailaba todas las tardes de domingos y días de fiesta. El primero de la cuerda —“aurresku” o “aurrelari”— iba desde la sala del Ayuntamiento, hasta la plaza en compañía del alcalde; al último, o “atzesku”, le acompañaba un regidor. Al primero le correspondía como dama la señora del alcalde, la cual solía ser invitada a tomar parte en el baile por un grupo de danzantes.
Iztueta señala la costumbre muy interesante de que, ocho días antes de las fiestas patronales de un pueblo, el alcalde invitara a comer a su colega de la localidad más próxima y, por la tarde, en su honor, se organizase una “ Gizon dantza” en la cual participaban los dos alcaldes. De ese modo, gracias al baile se establecían lazos de unión entre pueblos comarcanos; esa buena vecindad la perseguían también los mozos al invitar a sus compañeros de algún pueblo próximo a exhibirse en la “Gazte-dantza” . Sobra decir que detrás de los jóvenes venían las muchachas con el deseo de ser invitadas a tomar parte en el baile.
La danza de las señoras o “ Etxeko-andre-dantza” tenía lugar el último día de fiestas , y ellas eran quines invitaban a sus maridos a participar en el baile que cerraba el programa de fiestas . En cambio, el comienzo de las fiestas corría por cuenta de una alegre “Soka-dantza” y “Edate-dantza” , verdadero pasacalle en el cual los jóvenes de ambos sexos recorrían las calles del pueblo y tenían , al mismo tiempo, la atención de ir a visitar a los que, por alguna razón fundada, no podían participar en la fiesta.
El baile del zorro o “Azeri-dantza”, era de rigor en los carnavales. El nombre el zorro le viene de ese baile debido a la manera sigilosa en que los mozos penetraban en las viviendas , dándose la mano , como quines están dispuestos
a llevarse u pollo o una gallina . Después de la cuestación de huevos, tocino y otros manjares, exhibían su habilidad en cada morada que visitaban; luego hacía lo propio en la plaza del pueblo organizando festejos de diversa índole.
El baile de la “Espata-dantza” era de rigor cada vez que se trataba de honrar a personajes de alta categoría que llegaban a una localidad, sea de paso hacia el extranjero, cual ocurría con reyes o sus embajadores, sea para presidir juntas forales u otras manifestaciones públicas . Con las grandes espadas en alto se formaba un arco por donde pasaban las autoridades al ingresar en la casa consistorial o en el templo . Por cuenta de los “ezpatadanzaris” corría la misión de honrar al Santísimo en la festividad de Corpus. El baile se efectuaba repetidas veces, dentro del templo, delante de los altares que se levantaban en el exterior y también en el momento en el que el sacerdote portador de la custodia penetraba en la Iglesia . simple variante de la “Ezpata-dantza” es la “ pordon-dantza” , que , como su nombre lo indica, , se efectuaba con palos largos . Ese baile es tradicional en Tolosa durante las fiestas de San Juan , según se cree, para conmemorar la batalla de Beotibar.
Danzas muy generalizadas en Guipúzcoa son las que integran “Brokel-dantza”, con sus palos pequeños , palos grandes, danza de cintas, broquel de palos y los diversos “zortzikos”, con sus numerosas cabriolas efectuadas por el capitán. La “Jorrai-dantza” lleva también el nombre de “Shagi-dantza” danza de los odres, debido a la intervención de portadores de pellejos , en medio de los dantzaris, con el fin de que estos los golpeen , alternando esa nota humorística con el simulacro de la escarda. Ese baile se efectuaba, según Iztueta, el último día de fiestas, significando que ya no quedaba vino en los odres del todo vacíos y que llegado de nuevo la hora de coger los instrumentos de trabajo para entregarse alas obligaciones prosaicas de cada día.
Hoy todos los que intervienen en los bailes salen igualmente vestidos , sin rebuscamiento de ningún género . No ocurría lo mismo en tiempos de Iztueta ya que las madres y las novias sólo se preocupaban de que sus hijos y galanes luciesen los mejores trajes y adornos, lo cual traía consigo no pocas envidias , rivalidades y camorras. Muchas de las tradiciones se han perdido debido a ese celo mal entendido que, al tratar de sobre valorizar lo propio , sólo consigue herir y dañar la sensibilidad de los demás.
Ignacio ZUBERNOA