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GUIPUZCOA SE PREPARA PARA  CONMEMORAR ELBICENTENARIO DEL  NACIMIENTO DE IZTUETA. 
EL
GRAN MAESTRO DE DANZAS ,
Y POETA DE ZALDIVIA
La Voz de España 29-XI-67

El  pueblo de Zaldivia, y con él toda. la. provincia, se prepara para conmemorar la venturosa efemérides del segundo centenario del nacimiento de uno de sus hijos más ilustres, Juan Ignacio de Iztueta.

El 29 de noviembre del año 1767 nacía en la casa que había construido su padre,  llamada   Iztuetaenea. Juan Ignacio, tercero de los siete hijos. Su oficio en los años de la adolescencia, fue de marragnero o de confeccionador de capisayos y cuerdas para abarcas de pastores, que eran numerosos en la sierra de Aralar. Iztueta nos hablará de unos 800 que habitaban en aquellos tiempos en esta sierra a caballo entre Guipúzcoa y Navarra, con su fascinador santuario de San Miguel in excelsis, verdadero centro religioso e imán de los corazones como el del paisano y coetáneo Lardizábal que  escribió un libro sobre dicho santuario, por desgracia perdido y extraviada. Zaldivia, su pueblo natal, era entonces eminentemente pastoril.

Bien pronto llamó la atención de propios y extraños por su inalterable humor, siendo apodado con el sobrenombre de “ Txuri” . También por su estatura, más bien baja será conocido con el de “ Capaguin-chiquia” . Cultivó las danzas, adiestrando un grupo de muchachos que tomaban parte en las fiestas y procesiones religiosas.

Se casó por primera vez en año 1790, a la edad de los 23 años, con María Joaquina Linzuain, natural de Urnieta, durando este matrimonio 12 años, ya que ella murió en 1802. Seis años más tarde, el 9 de febrero de 1808, contrajo  matrimonio con Maria Concepción Bengoechea en la villa e iglesia parroquial de Azpeitia. A ella dedicó una muy conocida, poesía, titulada “ Kontxhesiri”, verdadera perla, flor fresca y fragante de nuestro huerto literario, y en la que Iztueta desahogó su encendida pasión en unas estrofas, maravillosas. Ella estuvo presa en la cárcel por infanticidio y otras  inmoralidades, y también él durante seis años, al parecer, por causa común.

HISTORIADOR DE NUESTROS BAILES POPULARES

En 1819 era modesto empleado del Ayuntamiento de San Sebastián y encargado de enseñar las danzas vascas a  los asilados en la Casa Misericordia y al maestro  Latierro los aires y sones de la región. Llegó a hacerse, pues, con numerosas danzas y también de música popular, lo cual hace suponer en él un oído muy fino y una memoria prodigiosa.

No solamente fue dantzari práctico y cultivador, sino el primer y único teorizante, tratadista e historiador de nuestros bailes populares, y uno de los raros escritores folkloristas de su tiempo, en opinión de Bordes. Publicó en 1824 su libro “Guipuzcoaco danzac” . Tanto las canciones antiguas  como las danzas, a no ser por su diligencia, hubieran desaparecido. Valioso y raro mérito el suyo.

Contrajo por tercera vez , nupcias  con doña María Asunción de Urrozola ,  de  Cizurquil. “ Ya viudo de dos mujeres —dice Dembowski— el sensible caballero  encontraba todavía tan dulces las cadenas del himeneo que siempre había dicho que quería morir casado. Dios le concedió este consuelo.”

Murió el 18 de agosto de 1845 y su mujer viuda suscribía un documento por el que declaraba haber recibido cierta cantidad de la Diputación Foral.

En sus últimos años, retirado a su villa natal, escribió, póstumamente publicado.   “ Guipuzcoaco condaira “ , libro que pudiera servir de texto de vascuence sí no  estuviera plagado de ingenuas noticias históricas. Con todo, es de un valor muy apreciable en todas las cosas que por vistas, observadas y vividas nos refiere. Sobre  todo tiene el mérito de un lenguaje armonioso, abundante y exaltado de amor a la  provincia.

Figura ésta de Iztueta muy curiosa y compleja. Poco estudiada hasta ahora en fuentes documentales, hemos de esperar que la celebración de su segundo centenario nos vuelva a poner en una nueva luz, disipando vaguedades y confusiones que hasta ahora han reinado sobre él. Ofrece .sumo interés. Conocer bien a Iztueta es conocer uno de los mas bellos momentos de la historia de Guipúzcoa, que sentía afanes de incorporación a la vida moderna que entonces despertaba.

Por eso bien pudiéramos terminar estas líneas  diciendo que Juan Ignacio de Iztueta resume en su persona una buena parte de la historia del último cuarto del siglo XVIII y comienzos del XIX de nuestra provincia.

Mérito suyo es también el ser el primer seglar —dentro de la generación del Padre Larramendi, sabio filólogo de Andoain— que nos entregue dos obras bien maduras.

SEMBLANZA DE IZTUETA

Hoy, Día  29 de noviembre se cumple la bicentenaria efemérides del nacimiento en Zaldivia de Juan Ignacio de Iztueta y Echeverria. Necesario es no dejar pasar esta fecha sin un cariñoso recuerdo, sin marcarla con un mojón blanco, ya que se trata de uno de sus hijos más Ilustres y de uno de los vascófilos más destacados.

Iztueta llegó a conocer —como muy bien lo hacía destacar José María Donosty— “ uno de los momentos más bellos de nuestro país”. El país vasco, a fines del siglo XVIII, entraba en la agonía de su tradicionalismo, frente a la, vida moderna que entonces se iniciaba con la revolución en las ideas filosóficas, políticas, religiosas y materiales.

La vida de  Iztueta estuvo consagrada a salvar las cosas salvables en medio de aquella corriente nueva y poderosa como son los bailes, canciones y tradiciones que, sin su esfuerzo a estas horas sin duda, no hubiéramos conocido. Resume, pues, Iztueta en su persona de bailarín, de maestro de danzas, de cantor sentimental, de viajero, de historiador a su modo, de recopilador de tradiciones, una buena parte del último cuarto del siglo XVIII y dos primeras partes del XIX.

Es el 29 de noviembre del año 1767 cuando surge de la sombra de los profundos vales vascos el cantor y bailarín. Bajo de estatura, de sano color rojizo y ojos vivarachos; tan cordial y amante del vaso de buen vino y de la risa, que entre sus, paisanos será conocido con el sobrenombre de “Txuri”. También él se dará a conocer por su condición de marraguero como “Capaguin-chiquia”. En sus tertulias y diversiones tiene un poderoso arrebato que pronto hechizará al público presente a las piruetas de sus ágiles pies. Con semejantes cualidades se ve arrastrado furtivamente por su propio  destino. Y, en adelante, en su larga vida tejida de mil contratiempos, no sabrá más que eso: amar, cantar y saltar. Si José María Salaverria dijo que saltar era la dicha del vasco, ahí tendremos que buscar la, más honda, radical y sublime, entre todas, de este verdadero coribante Iztueta.

Alguien llamó a los vascongados “ pequeño pueblo que salta y danza en lo alto de los Pirineos” , y no parece sino que Zaldivia es, gracias a Iztueta, el genuino representante de esa afirmación.

En los albores de su vida, merced a su abnegada labor, florecen en Zaldivia grupos de ezpata-dantzaris, brokei-dantzaris y dantzari-chiquis, al frente de los cuales y en una plaza rústica sin el cubo todavía de una torre chata, baila con la bola coronada por una banderita.

BAILARÍN Y MAESTRO DE DANZAS

Conocido el variado repertorio de las danzas Integradas, clasificadas y sistematizadas por él, el público y los señores principales presienten en su persona al futuro maestro. Así parece que lo debió entender el Ayuntamiento de San Sebastián, al ofrecerle un decidido apoyo para logro de sus ideales en pro de las danzas y encargarle en 1819 su enseñanza a los asilados en la Casa Misericordia, y al tamborilero Latierro los aires y afanes vascos. Es en 1824 cuando publicara su libro de las danzas.

Retirado en su vejez con su tercera mujer al pueblo natal, el amor a los bailes de los que es exégeta, le mueve a escoger por discípulo a Olano, quien dará continuidad en  Villafranca de Oria y de allí a toda la provincia, al testamento y herencia de Iztueta.

Pero Iztueta no sólo es bailarín y maestro de danzas. Es bizarro ejemplar del “arlote”, aventurero, viajero y vagabundo en peregrinación de la tierra vasca en toda su accidentada geografía y visita de la dura cárcel. En esos momentos brotará de su acongojado pecho la preciosa, desbordada y ardorosa canción a “ Kontxeshiri” . Enamorado de su tierra y cantor cual un Alfonso X el Sabio de sus excelencias, es escritor sensativo, alma lírica, aunque ingenuo y mal historiador. Dejemos el juicio que Echegaray aplica a “ Guipuzcoaco condaira,” como de insigne monumento de candor, porque en sus páginas encontramos esencias y tradiciones, un aire puro y sincero, de primavera y de un buen día otoñal de palomas y helecho rojizo, como resumen de su vida que nos llega a través de sus páginas encendidas de amor.

José GARMENDIA
 

Zaldivia y su homenaje a Iztueta 
Zaldivia ha preparado un grandioso homenaje a su ilustre Juan Ignacio de Iztueta que dio comienzo el  pasado domingo, día 26,  y continuará hasta el 3 de diciembre, San Sebastián,  de cuyo Municipio fue empleado Iztueta, va a colocar un monumento de arte abstracto, obra del escultor Nextor Basterrechea, en la calle que lleva su nombre o jardines contiguos. El presupuesto de ese homenaje de Zaldivia, con conferencias y diversos actos, asciende a unas 245.000 pesetas.

En realidad, se sabe poco de la personalidad de Iztueta, pero ahora, en puertas del bicentenario de su nacimiento, ha despertado interés, y según parece, en Televisión Española ha nacido la curiosidad por Iztueta y se estén sacando fotocopias de la partida de nacimiento y se Investiga en la búsqueda de documentos ¿Veremos en la pequeña pantalla la vida, la rica personalidad de nuestro Iztueta?

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